Me acostumbre tanto a mi compañía
planes conmigo misma, viajar si necesito huir por un momento de mi realidad en el día,
salir a caminar, tener una cita conmigo si era necesario,
y mi rutina de estar conmigo misma se volvío en algo diario.
Escuchar mi canción favorita escuchando el sonido del mar,
hablar conmigo misma y darme ese amor y paz que nadie me podía dar.
Tomar un café en mi librería favorita,
y en voz alta recitar de mi libro mi cita favorita,
leer en las madrugadas con la luz tenue de la noche,
manejar por toda la ciudad en coche,
me acostumbre a vivir este ritmo mi vida,
salir y hablar con amigos hasta a la amanecida,
viajar a distintos lugares para conocerme a mi misma,
mirar el cielo y las estrellas en lo más alto de una cima,
pasar el día entero viendo una película o serie,
sumergida en historias que en mi mente acaricie,
llorar de emoción, alegría o frustación
cuando las cosas no iban bien, reaccionaba mi corazón.
Empecé a conocerme con profundo respeto,
a quererme con un amor sincero y completo.
aprendí que la perfección no es el objetivo a alcanzar,
sino ser mi mejor versión y estar conmigo misma en plena paz.
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